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sábado, 29 de agosto de 2009

El hombre como ser político

El político según Platón y Aristóteles. El primero que utilizó en forma amplia y precisa el concepto de hombre político fue Platón. Uno de sus diálogos -El Político- se ocupa precisamente de definir en sus características esenciales ese tipo de hombre. Para Platón el político no es cualquier individuo, sino alguien especial, pues la Ciencia Política de que se vale ese hombre para cumplir sus altas responsabilidades en el seno de la sociedad es la más difícil de todas las ciencias, por lo que sólo está al alcance de uno o de unos pocos.
De acuerdo con tal criterio, el filósofo ateniense formula este concepto: "el hombre que cuida él solo de la salud de la especie humana, a la manera de los pastores y vaqueros, es el único digno del título de político". Pero esta definición no expresa todo un conjunto de cualidades que Platón le exige al hombre político para estar a la altura de sus tareas como responsable del Estado.
Por ejemplo, una de esas cualidades consiste en que debe ser sabio o sea poseer en el más alto grado posible los conocimientos de la ciencia política, ya que no es tarea de los ignorantes "dirigir los rebaños humanos".Además de sabio, el hombre político debe ser moderado o prudente, pero no en exceso, porque tanto mal hace en este extremo dicha cualidad como el que causa el defecto de la violencia.De los textos platónicos se deduce que el gran ateniense considera como hombre político sólo a quien posee la ciencia política y reúne varias cualidades que lo capacitan para ser un buen conductor de los "rebaños humanos", como él prefiere decir. Tales ideas, como es evidente, no coinciden con la opinión de Aristóteles, quien, al sostener que el hombre es político por naturaleza, deja, sin duda alguien que no lo sea, pues dicha condición viene de la propia esencia humana.
Dicho con otras palabras, para Platón el hombre político se hace mediante el conocimiento de la disciplina respectiva, mientras que para Aristóteles el hombre es político por sí mismo, de modo que el conocimiento de la ciencia del poder político no hace otra cosa más que poner al descubierto de desarrollar cualidades ya existentes en él.La actitud política: dos clases de políticos. Con fundamento en ambos criterios filosóficos, puede afirmarse que existen dos clases de hombres políticos: el activo y el pasivo, es decir, el que realiza por sí mismo las funciones de dirección social que le son inherentes, y el que renuncia a esas funciones para que las efectúen otras personas, sin reparar en lo bueno o malo que hagan. Eso quiere decir, pues, que la condición hombre político es real y constante en toda persona, y lo único que cambio es la forma en que el sujeto social cumple con las responsabilidades de la comunidad donde vive.
Por supuesto, es necesario decir que ser político pasivo no es la mejor manera de ser hombre político, pues negarse a influir personalmente en la toma de decisiones relacionadas con el funcionamiento del todo social, constituye un abandono de responsabilidades colectivas, lo que deviene incompatible con la condición humana misma, tomada en el más alto sentido de la palabra.
La verdad es que para ninguna persona debería ser indiferente cómo se organiza la sociedad a la que está integrada y que dirección se le da a la misma dentro del conjunto de la especie humana, pues hay un destino o una meta que cada grupo social debe cumplir dentro de ese conjunto, destino o meta que se alcanza a más significativas alturas cuando se influye para impedir que minorías reducidas establezcan, por sí y ante sí, el rumbo de la marcha general.

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